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viernes, 30 de septiembre de 2016

ARTS POETICA DE EN CLAVE DE RAYUELA - MARELLE - HOPSCOTCH



EN CLAVE DE RAYUELA - Libro de lectura gratuita en Google Books en el siguiente vínculo
https://books.google.com.ar/books?id=Izz-CAAAQBAJ

-1- INGRESO AL MUNDO MARELLE MAGA




Capítulo 73   Quien nos curará del fuego


Ardiendo sin tregua,
soportando la quemadura central
que avanza como la madurez
paulatina en el fruto,
ser el pulso de una hoguera
en esta maraña de piedra,
caminar por las noches de nuestra vida
con la obediencia de la sangre
en su circuito ciego.


Si, pero

quién nos curará del fuego sin color
que al anochecer corre por
la rue de Hauchette, saliendo de los
parvos zaguanes.

Quien nos curará del fuego sin imagen
que lame las piedras y acecha
en los vanos de las puertas,
en carcomidos portales.


Como haremos para lavarnos
de su quemadura dulce
que prosigue, se aposenta
aliada al tiempo y al recuerdo.

Como haremos para lavarnos
de sustancias pegajosas
que nos retienen de este lado
que nos arderá hasta dulcemente
calcinarnos.



Entonces mejor pactar
con los gatos y los musgos,
trabar amistad inmediata
con porteras de roncas voces.

Entonces mejor pactar
con las criaturas pálidas
que acechan en las ventanas jugando
con una rama seca.


Me pregunto en un tiempo
en que corremos al engaño
entre ecuaciones infalibles
y máquinas de conformismo,

me pregunto si sabremos encontrar
el otro lado de la costumbre o
su alegre cibernética
¿no será más que literatura?





Capítulo 1

Y mirá  que apenas nos  conocíamos
y ya la vida urdía lo necesario
para desencontrarnos
minuciosamente.

Como no sabías disimular,
para verte como yo quería era necesario
empezar por
cerrar los ojos.

Entonces, cosas como estrellas amarillas,
saltos rojos del humor y de las horas,
ingreso paulatino en un
mundo-Maga

donde te movías como
un caballo de ajedrez,
que se moviera como una torre, que se moviera
como un alfil.



Comíamos hamburguers en el Carrefour de l’ Odeón
y nos íbamos en bicicleta a Montparnasse
a cualquier hotel,
a cualquier almohada.

Pero otras veces seguíamos
hasta la Porte d´Orleáns
la zona de los terrenos baldíos
que hay más allá,

dejábamos las bicicletas en la calle
y nos internábamos de a poco
y mirábamos el cielo donde vale
más que la tierra.

Sentados en un montón de basura
canturreaba melodías ni siquiera inventadas,
absurdas melopeas cortadas por
suspiros o recuerdos.







ADAPTACION A LA CANCION LES AMOUREUX DU HAVRE




Y mirá que apenas
nos conocíamos
y ya la vida urdía,
desencontrándonos.

Como no sabías disimular
pa’ verte como quería
me di cuenta debía 
a mis ojos, cerrar.



Ingreso a un mundo-Maga
de hallazgo y confusión
estrellas amarillas,
saltos rojos del humor,

donde te movías como un alfil
que se moviera como torre,
moviéndose cual caballo
de un convulso ajedrez.



Comíamos hamburguers
y al cruzar Montparnasse
dejábamos las bicicletas
y en cualquier hotel… a entrar.

A veces llegábamos a baldíos
y mientras me acariciaba
canturreaba melopeas
ni siquiera inventadas.









                  Capítulo 2      Nos queríamos
          
Abrazado a la Maga, esa concreción de nebulosa,
encuentro tanto sentido en escribir la novela que nunca escribiré
como hacer un muñequito con migas de pan
o defender con la vida los ideales que redimen a los pueblos.

Cuantas palabras para un mismo desconcierto,
cuantas nomenclaturas para un mismo desconcierto.
A veces me convenzo que la estupidez se llama triángulo,
de que ocho por ocho es la locura o un perro.

El péndulo cumple su vaivén instantáneo
y otra vez me inserto en las categorías tranquilizadoras,
muñequito insignificante,
novela trascendente, muerte heroica.

Las jerarquías de valores exploradas por Scheler:
lo religioso, lo ético, lo estético.
La lengua de la Maga me hace cosquillas,
lo ético, la novela, la lengua, el muñequito.

Nos queríamos en una dialéctica de imán y limadura.
Nos queríamos en una dialéctica de ataque y defensa.
Nos queríamos en una dialéctica de pelota y pared,
y por todas esas cosas yo me sentía antagónicamente cerca.

Hacíamos el amor con virtuosismo crítico
sin estar enamorados,
después la espuma de la cerveza se ponía como estopa,
se entibiaba y contraía mientras nos mirábamos.

¿Por qué no aceptar lo que estaba ocurriendo
sin pretender explicarlo
como quién distribuye en un patio de la calle Cochabamba,
macetas con geranios?

En esos días del cincuenta y tanto
lo que verdaderamente me exasperaba
era saber que nunca volvería a estar  tan cerca de mi libertad
como cuando me sentía acorralado por el mundo Maga.









Capítulo  3   En París todo le era Buenos Aires y viceversa  (Murgón)




En París
todo le era Buenos Aires y
viceversa;

en lo más
ahincado del amor
padecía.



El tercer
cigarrillo del insomnio se
quemaba

en la boca
de Olivera sentado en la
cama;

una o dos
veces había pasado la
mano

por el pelo
de la Maga dormida contra
él.


Desenchufó
el tocadiscos desde la
cama,

       continuó
girando unas pocas
vueltas más

y pensó
que esa estúpida inercia le
asociaba

movimientos
aparentemente inútiles de
insectos
o de los niños


En París
todo le era Buenos Aires y
viceversa;

en lo más
ahincado del amor
padecía


Hacer.
Hacer algo,
hacer el bien, hacer pis,
hacer tiempo.



Todo hacer
significaba salir de para llegar
a,

o mover
algo para que estuviera aquí y no allí.

Detrás de
toda acción había una
protesta.

Renunciar
a la acción era la protesta 
desenmascarada.



Gracias a
esa especie de fiaca
sistemática

se había librado
de ingresar a ese orden
fariseo

que confería
las más altas ejecutorias de
argentinidad

mediante una
especialización de cualquier
orden.



En París
todo le era Buenos Aires y
viceversa;

en lo más
ahincado del amor
padecía.







Sous le ciel de Paris
s’envolve une chanson 
mh, mh
J. Drejac – H. Giraud

Capítulo 4             Mocosa

Mocosa, con un hijo en los brazos,
se metió en una tercera de barco
y se largó a estudiar canto a París
sin un vintén en el bolsillo.
Una ligera confusión en los visados,
lo mismo hubiera recalado en Singapur.
Lo importante era estar ante «la vida»,
haber salido de Montevideo.

Invariables amigos de la Maga,
los gatos miaumiau, minuche, kitten, kat, chat,
les hablaba en un lenguaje misterioso,
con citas a plazo fijo y advertencias.
Para tener otra vista del Panteón,
se paraba en el medio de la calle
y un Renault negro le frenaba a dos metros,
siendo puteada con acento de Picardía.

En el Club de la Serpiente la aceptaban
como una presencia natural,
aunque se irritaran de explicarle
casi todo lo que se estaba hablando,
o porque hacía volar pilas de papas fritas 
incapaz de manejar un tenedor,
papas fritas que acababan casi siempre
en el pelo de los tipos de otra mesa.



Durante semanas o meses
anduvieron y anduvieron por París
mirando cosas, dejando que ocurriera
lo que tenía que ocurrir,
queriéndose, peleándose, 
al margen de noticias en los diarios,
de obligaciones de familia
y cualquier forma de gravamen moral.




Capítulo 74       Mi inconformista 


Guijarro y  estrella,
mi inconformista.

En un plano de hechos cotidianos
la actitud de mi inconformista
se traduce por su rechazo de todo
lo que huele a idea recibida, 
a estructura gregaria
basada en el miedo
y en las ventajas
falsamente recíprocas.

Guijarro y  estrella,
mi inconformista.

No es misántropo, pero solo acepta
de hombres y mujeres
la parte que no ha sido plastificada
por la superestructura social.
Con medio cuerpo en dicho molde
lo motiva un saber activo
y no la resignación
del que marca el paso.

Guijarro y  estrella,
mi inconformista

Con su mano libre se abofetea
la cara la mayor parte del día, 
y en los momentos libres, la de los demás,
retribuido por triplicado.
Ocupa su tiempo en líos monstruosos
que incluye amantes, amigos, funcionarios
y en pocos ratos que le quedan libres
hace uso torpe de su libertad.

Guijarro y  estrella,
mi inconformista.

De lo puro-por-anodino
a lo puro-por-desmesura
desdeña las frecuencias intermedias
de la aglomeración espiritual.
Incapaz de liquidar la circunstancia,
trata de darle la espalda,
inepto para sumarse a quienes
luchan por liquidarla.

Se aleja encogiéndose de hombros,
mi inconformista.

Guijarro y  estrella,
mi inconformista.




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