Capítulo 28 -Si una lombriz pudiera pensar…
-Si una lombriz pudiera pensar,
pensaría que no le ha ido tan mal.
Lo absurdo es creer que podemos
aprehender la totalidad.
La claridad es una exigencia intelectual
y nada más.-
-Nuestro Club no tiene nada de malo
por eso mismo uno está indefenso.
Los vecinos se quejan de los ruidos,
de las horas en que vamos y volvemos.-
–No grites. Voy a hacer más café.-
–Dale, che.
Si te pasara eso que es no tener fe
y al mismo tiempo proyectarse hacia la muerte,
se empañaría bastante tu espejo
del optimismo de vivir siempre en presente.-
–La acción puede darle un sentido a tu vida.-
–¿Mereceré?.
Entre yo y lo que me está pasando
se me escapa la relación.
Esta noche es como un cuadro de Rembrandt
donde apenas brilla luz en un rincón.
Y como hablamos dialécticamente decimos
vos, yo.
Cuando la realidad se satura,
se precipita con toda su fuerza
nuestra única manera de enfrentarla
consiste en renunciar a la dialéctica;
es cuando le soltamos la cadena al perro,
etcétera.
Los milagros no me parecen absurdos.
Lo absurdo es lo que precede y los sigue.
Citaste al que pensé hace diez minutos
entre millones de versos posibles,
lo que la gente llama la casualidad:
il faut tenter de vivre.
El absurdo es que salgas a la mañana
y encuentres tu pedido en el umbral
y te quedes tan tranquilo por que ayer pasó lo mismo
y mañana te volverá a pasar.
Esa carencia de excepciones
me huele mal.-
En una pieza donde diversos tipos
toman café a las tres de la mañana,
Olivera retrocedió hasta la estufa
y desde ahí miraba y escuchaba.
Llovía y poco a poco se levantaría
el alba.
Capítulo 154
-Ustedes vinieron sin saber quién era yo.
Personalmente opino que vale la pena que se queden un rato.
La sala es tranquila y el más gritón se calló anoche a las dos.
Mis huesos se quedan aquí, muchachos.
Vine a París porque quería explorar un poco algunas bibliotecas.
Vaya uno a saber como se enteraron.
Me duele mucho la espalda.
Ya que vinieron a verme, aprovechando…-
Se olía la agridulce aséptica pulverización de los hospitales,
en la cama estaba el viejo muy instalado,
la nariz como un garfio que se prendiera en el aire
para sostenerlo sentado.
Las manos andaban por su lado, alisando algunas hojas
recogiendo uno a uno los cuadernillos.
–Esta es la llave del departamento- les dijo Morelli
-Que inmerecido honor – respondieron sorprendidos.
-Todos andamos detrás de la pureza,
reventando las viejas vejigas pintarrajeadas.
Mi libro se puede leer
como a uno se le de la gana…
…hacen un paquete con todo y se lo mandan a Pakú,
editor de libros de vanguardia.
Si se equivocan, a lo mejor queda perfecto.
Una broma del alado hacedor de añagazas.-
Se iba a morir sin terminar el juego,
lo malo era que todavía faltaba tanto.
Unos pocos podían acercarse a esas tentativas
sin creerlas un nuevo juego literario.
Capítulo 92 Un nuevo mar, un diferente oleaje
Y todo el tiempo de esa alegre embriaguez
había esperado algo como un despertar,
un ver mejor lo que lo circundaba
o las razones de cualquiera de sus actos,
sin comprender que limitarse a esperar
abolía toda posibilidad real
condenándose por adelantado
a un presente estrecho, nimio.
Ahora se daba cuenta de que en los momentos
más altos del deseo no ha sabido
meter la cabeza y atravesar la ola
del fragor fabuloso de la sangre.
Fracasar con Pola era repetir
innúmeros fracasos de otras veces,
un juego que se pierde al final
pero que ha sido bello jugar.
Habituado a los ritmos de la Maga,
un nuevo mar, un diferente oleaje
lo arrancaba a los automatismos,
parecía denunciar su soledad.
Encanto y desencanto de pasar
de una boca a la otra y sentir
que la curva es diferente, o un tendón
se crispa en el esfuerzo por besar.
Acariciar una cadera más ceñida,
los senos cantan de otro modo,
bajar la cabeza para encontrar la boca,
tener que alargarse un poco más.
Todo hay que inventarlo otra vez,
nada coincide siendo todo igual.
El peso, el olor, el tono de una risa,
todo nace de nuevo siendo inmortal.
El amor juega a inventarse, huye de si mismo
para volver en sobrecogedora espiral.
Las claves y las cifras van a nacer de nuevo,
nada coincide siendo todo igual.
Capítulo 107 Dicha estatua
La mejor
cualidad de mis antepasados
es la de
estar muertos;
espero
modesta pero orgullosamente
el momento
de heredarla.
Tengo amigos
que no dejarán de hacerme
una
estatua
en la que
me representarán tirado
boca abajo
en el acto
de asomarme
a un charco
con auténticas
ranitas.
Echando una moneda en una ranura
se me verá
escupir
en el agua,
y las ranitas
se agitarán alborozadas
y croaran durante
un minuto y medio,
tiempo
suficiente
para que pierda
todo interés
la estatua
dicha estatua
mi dicha estatua
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